PARA QUITARSE EL SOMBRERO




Cubrirse la cabeza es un acto ancestral: un velo, un chal, un tocado o un sombrero para cobijar alegrías o tristezas, creencias y costumbres, toda una mezcla de arte y de poesía, de disimulo y coquetería al mismo tiempo. Centrándonos en los sombreros, a lo largo de la historia los ha habido bien famosos, muchos con su sola silueta nos hacen adivinar el personaje que se encuentra detrás. Quién no piensa en Napoleón al ver el sombrero de dos picos que el general llevaba de costado para diferenciarse de sus oficiales (lo confieso, siento debilidad por este personaje histórico, creo que la culpa es de Stendhal), o en Charles Chaplin interpretando a Charlot al ver un bombín. Ah el cine, cuantas imágenes han quedado en nuestras retinas asociadas a este complemento: el de Bogart en Casablanca en plan tipo duro, tapándole media cara y pitillo humeante en boca, o el aventurero y usado modelo de Indiana Jones que no se movía ni saltando desde el más alto de los precipicios, y tantos otros que os vendrán a la mente y que os invito a dejar en vuestros comentarios.

Ya entrando en el plano personal y sentimental, para mi el sombrero irá siempre asociado a la figura de mi abuelo. Como buen cordobés usaba sombrero todo el año, los tenía de invierno y de verano, para diario y para los domingos. Qué entrañable figura. Lo recuerdo dando su paseo matutino, con las manos enlazadas en la espalda y su sombrero puesto. A veces a escondidas, me metía en su dormitorio y me probaba los sombreros que se apilaban en un perchero.

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Os cuento todo esto porque en Sevilla hay un establecimiento del que tenía ganas de hablaros desde hace tiempo y con ello, quería inaugurar una sección dedicada a los rincones, a mi juicio, más delikados de la ciudad. Se trata de la Sombrerería Maquedano, uno de esos lugares especiales que se resiste al paso del tiempo y a las modas pasajeras, manteniendo intacta su tradición sombrerera desde 1896 y su actual emplazamiento desde 1908. El espacio de la tienda es muy hermoso, por dentro y por fuera, en un edificio histórico de estilo modernista situado en la esquina de la calle Sierpes con Rioja. Me gusta pasar por allí y meter la nariz, aunque no tenga intención siempre de comprarme un sombrero, observar las cajas apiladas, con el mismo diseño que se viene utilizando desde su origen, también la escalera interior que se conserva tal cual, además de la infinidad de modelos que existen para damas y caballeros. También me acuerdo, como no, de mi abuelo.

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Sombrerería Maquedano
Calle Sierpes 40
41004 Sevilla
+ 34 954 564 771


Herman Dune - Orange Hut

Herman Dune es una banda familiar que practican un folk-soul acústico y underground. De origen sueco pero residentes en París, el guitarrista David y el cantante Ivar, formaron junto a su hermano André el grupo hace casi una década pero la sonada salida de André hace un par de años, con la pérdida de la diéresis en el nombre incluida, convirtió el trío de hermanos en dúo, formación que se mantiene en la actualidad. El tema elegido en el post pertenece a su albúm “Not on top” (2005)

14 delikados susurros:

El Gabinete de las Maravillas dijo...

Es verdad, esa tienda es una de las más bonitas que tenemos aquí, muy pictórica.
Por cierto, mi abuelo también llevaba siempre sombrero y me parece precioso que la gente se quite el sombrero como signo de respeto.

arantxi dijo...

Estas tiendas tiene un aire bohemio que me encanta. En Barcelona quedan pocas aunque las hay...

En cuanto a lo del Nicer Dicer, pues decirte que el que compré yo me costó muy barato (unos 5€) y las cuchillas pues no son del todo eficaces, pero en cambio mi padre utiliza uno que compró en el Corte Inglés (unos 20€) y a él le funciona muy bien, se hace unos picadillos de verdura multicolor!

Sorokin dijo...

Me fascinan los sombreros. Yo tengo un montón aunque no los uso casi nunca. Desde una Golubskaya Shapka que compré en Kiev (para después darme cuenta que la gente del lugar lo que usa son gorros de lana) hasta una gorra típica de Kazakhstan.

Pero el mejor es un sombrero panamá que me compré en Veracruz cuando ya me volvía para Europa. Es tan fino el tejido de paja, que te lo enrollan como un canuto para meter en la maleta. La sombrerera veracruzana me dijo: "ay, pues no más no se preocupe, cuando llegué allá, a España, lo lleva a un sombrerero para que se lo engome y le dé la forma que usted quiera".

Ja, ja, he recorrido todos los sombrereros de Madrid y me han dicho que eso ya no lo hace nadie (en Bruselas ni se me ha ocurrido preguntar) pero...¿tal vez tu sombrerero de Sevilla engoma panamás?

Claudia Hernández dijo...

Guao, la tienda es tan bella que parece de París... a mí me encantan, no tengo demasiados pero los amo.
Aprovecho esta fría ciudad en la que ahora vivo para ir experimentando con más modelos, modestia aparte, suelen quedarme bastante bien.

Delikat Essences dijo...

Nos estamos volviendo unos nostálgicos de tomo y lomo, la verdad que es una pena que se pierdan este tipo de costumbres. A mí ahora me ha dado por los tocados en la cabeza para diario y me gustan un montonazo. Sobre todo los del Gabinete de las Maravillas :-)

Y sí, preguntaré en mi sombrerería por lo del engomado, a ver qué me dicen.

Por cierto, he echado en falta esas sugerencias cinematográficas en torno al sombrero :-(

Sorokin dijo...

Tienes razón, se nos han olvidado las sugerencias cinematográficas. Así, a bote pronto, se me ocurre el canotier de Buster Keaton y la caperuza con una pluma que lleva Errol Flynn en "Robin Hood" (se supone que debe ser una pluma de petirrojo). Por supuesto, todos los sombreros de piratas, con su calavera y sus dos tibias cruzadas.

Delikat Essences dijo...

Muchas gracias por las buenas sugerencias. Yo me estoy acordando ahora de Audrey Hepburn en "My Fair Lady" y ese pedazo de sombrero que llevaba a las carreras de Ascot :-)

Anónimo dijo...

Ummmm, de nuevo un sorbo del blog más delikato a este lado de la conexión Wi-Fi. Además, este post rezuma olores de recuerdo, como el olor de los cines antiguos, de las casas de los abuelos, del calor del verano en el Valle del Guadalquivir.
Yo al pensar en gorros me acuerdo de la gorra bien calada de Dean Barker (caña del Team New Zealand en la Copa America de vela). A mí es que me gustan las gorras, ¿qué le vamos a hacer? El Starbucks, las gorras... Algunas de estas cosas también tienen su encanto. De hecho tengo una de los NY Yankees de la époco de DiMaggio que guardo como oro en paño, aunque me está bastante grande. De hecho, creo que algún día se la devolveré a su dueño, que me la regaló una noche de borrachera (de él) y creo que se estará arrepintiendo. Bueno, voy a parar que el blog es tuyo, no mío.
MI referencia no es cinematográfica, pero puede valer. La gorra de Andy Capp.

Delikat Essences dijo...

Las gorras y las referencias del cómic& deportivas también tienen su sitio en este blog, máxime desde que estoy hecha una remera de pro. Voy a investigar a ese tal Dean Barker, sobre todo para ponerle cara a esa gorra.

Delikat Essences dijo...

Sr. Anónimo otra cosa, ¿no va siendo hora de que se busque un seudónimo?

Delikat Essences dijo...

Gracias Silvia, decirte que me encanta pasarme por tu blog y sacar ideas de las estupendas recetas que haces, para chuparse los dedos.

una prima de esas dijo...

Y tu abuelo se compraba los sombreros en Rusi, otra tienda emblemática por la que no pasa el tiempo en Córdoba..........

Delikat Essences dijo...

Algún día hablaremos de esa tienda, no lo dude primor de prima :-)

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